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Psic. Arturo Cárdenas

EXPECTATIVAS EN EL MATRIMONIO: El contrato matrimonial


Seguramente, si alguna vez ha oído hablar de “contrato pre-matrimonial” lo haya vinculado con esos documentos en que las parejas de famosos acuerdan cuáles deben ser las condiciones y términos de convivencia a seguir para lograr una relación armónica. En efecto, hemos sabido de múltiples parejas de famosos que han logrado la firma de un documento que estipula la cuantía económica que costaría una ruptura, una infidelidad o cualquier otro desacuerdo conyugal. Uno de los primeros en salir a la luz fue el que firmaron Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones, en el cual los actores pactaron que ella percibiría un millón de dólares por cada año de matrimonio en caso de ruptura. No cabe duda, que estos contratos aseguran que tras una mala decisión de uno de los cónyuges, el otro (y los dependientes) se beneficien, al menos en lo económico.

En la sociedad en la que vivimos no se acostumbra firmar este tipo de contratos, sin embargo, gran parte de las parejas que unen sus vidas, tanto en matrimonio como en unión libre, estipulan de manera informal gran parte de estamentos que serán los que definan los deberes y expectativas a cubrir durante la relación de convivencia, pero lo hacen de manera inconsciente y pocas veces como un acuerdo tácito. Cuando empiezan a surgir las diferencias y problemas en la pareja, se hace manifiesto que cada uno de los miembros ha llegado con un pliego petitorio particular y que sin llegar a un acuerdo formal pero sí manifiesto, ambos han firmado su adhesión al contrato sin tener claras las cláusulas implícitas del otro miembro de la pareja.

Puede sonar extravagante y exagerado, pero veámoslo de esta forma: cada cónyuge llega a la relación con una ideología particular respecto a cómo cree que es y debería ser la vida en pareja, puesto que sus padres y antepasados le han heredado esquemas y modelos de interacción respecto a la expresión concreta de sentimientos y actitudes conscientes y de manera simbólica. A eso, agréguele la formación por elección y experiencias de los noviazgos anteriores, así como los principios implícitos de la religión y cultura locales. En resumidas cuentas, cada miembro de la pareja llega con una gama de creencias y expectativas de servicio que cree recibirá del otro, es decir, beneficios y obligaciones que se espera obtener de la pareja.

Algunos ejemplos de las expectativas puestas en el matrimonio:

  • Un compañero que sea fiel, trabajador y devoto amante exclusivo

  • Una compañera que sea atenta, servicial y dispuesta a mis necesidades físicas

  • Compañía que me asegure contra la soledad

  • Un hombre que me respete y que me muestre que me quiere

  • Que mi pareja me asegure una posición social

  • Un hogar donde refugiarse del mundo

  • Una imagen protectora contra el caos y la lucha de la vida

  • Una relación donde lo importante es la familia y no el compañero

Obviamente, los problemas saldrán a flote cuando el otro miembro de la pareja no esté cumpliendo con el comportamiento esperado porque simple y sencillamente lo está haciendo a su modo y bajo los estamentos de su contrato privado, en el cual, por ejemplo, pudiera decir que siendo proveedor está afirmando que ama a su pareja, cuando ésta persona requiere que el amor le sea expresado en vía verbal y corporalmente. De igual forma, una pareja con integrantes de diferentes nacionalidades experimentará desajustes propios de contratos individuales sujetos a culturas y terminologías diferentes, ya sea por vocablos, tonos e inflexión de voz, servilismo o autonomía que en una cultura son apreciadas, mientras que en la otra se muestran como expresiones desafiantes.

Uno de los primeros pasos en la terapia de pareja es sacar a la luz esas expectativas y cláusulas particulares, de tal modo que ambos cónyuges los conozcan y sepan qué y cómo es lo que su pareja espera recibir. Cuando ambos miembros de la pareja tienen claro cuáles son los valores esperados por sus parejas, pueden dar el paso a construir un contrato con cláusulas mutuamente satisfactorias, así como contemplar cuales son las diferencias u obstáculos a sortear conscientemente, en vez de reprocharse por no da

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r el ancho o culpar al otro de buscar la felicidad individual pero no de la pareja.

¿Tú sabes cuáles son las expectativas implicitas que tu pareja tiene sobre ti? ¿Le has comentado a tu pareja qué es lo que esperas de la relación? Recuerda que es importante para que la relación de pareja funcione saludablemente, así que si aún no lo has hecho, no esperes más.

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