¿Cuándo un niño pregunta, si hay algo debajo de la cama, si hay alguien tras el ropero, o incluso uno como adulto, enciende la luz, advirtiendo algo que siente, algo que nos asusta porque desconocemos en la oscuridad, esa pregunta, ¿de dónde vienen los monstruos? Los monstruos, así como el infierno de Dante, los terrores nocturnos, lo fantasmagórico, las persecutoras imágenes oníricas, los temores más profundos, lo irreconocible, eso que nos habita, que no está afuera, bajo la cama, sino que proviene del interior de nosotros, lo instintivo, lo sádico lo que es innato al ser humano incluso.
Eso me preguntaba, cuando me tope con esa maravillosa película que está llena de simbolismos, desde los personajes mismos, que son unas especies de botargas, mezclas de animales humanizados, estos personajes encubiertos, podría decirse disfrazados a modo de una formación de sueño, que algo nos comunica, pero solo si es de una manera velada, la isla de los monstruos que es donde habitan estos personajes, es el sueño manifiesto y estos personajes gigantes son el sueño latente, es decir lo que encubre la angustia, lo voluntarioso, la culpa (que sentía el niño protagonista), y todos los monstruos que aparecen en la película, que fungen de las partes escindidas de la personalidad del niño protagonista, haciendo lo que les venga en gana, desde destruir, jugar, devorar, enfadarse. Pero al vivir de esta forma con los otros, se observa cómo pasan a través de episodios de celos, abandono, protagonismo, victimización, ternura, rabia, omnipotencia, etc.
Desde Melanie Klein, quien desarrollo teorías de la personalidad, desde posturas psiconaliticas y la observación de infantes, se aprecia en la película lo que ella llama “formación de la fantasía”, como protección ante el exterior amenazante, y el proceso de integración que vivió Max (el niño) en la elaboración dentro de esa fantasía, oscilando en extremos de episodios maniacos a depresivos, de la alegría a la melancolía, donde en este decir: “No” desde la psiconalista Pereida que, no es un No de ausencia, sino un No creativo, Max pudo finalmente ver una integración de todas las emociones que sentía tan diferentes y separadas.
Incluso en una lectura desde Freud la pulsión de muerte que es dirigida hacia el interior es benéfica, porque es deconstructora, es decir reconstructora, donde Max en un estado de crisis, logra hacer su elaboración, y consigue dar lugar a estas partes proyectadas hacia el exterior como la rabia, los celos, la agresión, el miedo, la tristeza, irreconocibles para el como suyas y que cuando las reconoce, las introyecta y con ello consigue intégralas.
Esta película no solo nos ayuda a entender como elabora un niño, sino también como adultos a veces podemos actuar así cuando no se ha logrado la maduración emocional, esto es, cuando no nos hacemos cargo de nuestras palabras o de nuestros actos y responsabilizamos al exterior o a los otros de nuestros estados emocionales, porque indudablemente, a todos nos habita lo monstruoso, nos habita la fragilidad y la indefensión (que también son monstruos), estas huellas desde pequeños de gratificación y frustración, nos marcan permanentemente dejando registros que se van complejizando a través de un “otro” imprescindible, por un fin primordial, la supervivencia.
Por ello como niños en un estado de dependencia del otro, de necesitar su protección, su mirada, su amor, su contención, su enseñanza, su ejemplo, incluso sus fantasmas, se puede llegar a ser voraces, demandantes, insatisfechos, al querer, precisas siempre al otro, porque su ausencia, la falta del otro es la muerte, y este temor que se muestra como “miedo al abandono” nos traza a lo largo de la vida, no solo un niño es capaz de montar un berrinche con tal de que mamá o papá no se vayan o hagan lo que desea, también un adulto es capaz de hacerlo con tal de evitar que alguien se vaya, o le deje, por miedo a quedarse solo.
Concluyo al mencionar que la historia es demasiado amorosa y temerosa, pero no es así de igual manera los episodios por los que todos atravesamos cíclicamente a lo largo de la vida, precisamente porque estamos escindidos y vamos buscando ese ideal de completud, que es una fantasía y que solo llegara hasta la muerte, pero este deseo de conseguir ese algo que creemos que nos completa, en vida es un motor, son impulsos que pugnan a la acción y la elaboración. Por ello tendríamos que darnos un lugar para hablarlo y elaborarlo, y al decir darnos, hablo no solo de adultos, sino de también los niños.
Espero puedan darse a la tarea de ver la pelicula y mirarse y mirar con ojos sensibles, dichos procesos por los que todos pasamos, o solo el niño latoso, o la persona con celotipia, o la persona dependiente, todos…