Hablemos del estrés como la reacción del cerebro y del cuerpo ante una demanda o factor estresante, por ejemplo en el trabajo, la escuela, cambios importantes en la vida o acontecimientos traumáticos.
El estrés afecta a todos. Todo el mundo se siente estresado de vez en cuando. Algunas personas pueden lidiar con el estrés más eficazmente o recuperarse de los acontecimientos estresantes más rápidamente que otras. Hay diferentes tipos de estrés, todos los cuales conllevan riesgos para la salud física y mental. Un factor estresante puede ser un acontecimiento que ocurre una sola vez o que dura poco tiempo, o puede ser una ocurrencia que continúa durante un largo período de tiempo. Por ejemplo el estrés de rutina relacionado con las presiones del trabajo, la escuela, la familia y otras responsabilidades diarias.
El estrés provocado por un cambio negativo repentino, como la pérdida de un trabajo, el divorcio o una enfermedad. El estrés traumático que se experimente en un acontecimiento como un accidente grave, la guerra, un asalto o un desastre natural en el que las personas pueden estar en peligro de sufrir heridas graves o morir.
Las personas que sufren estrés traumático a menudo experimentan síntomas temporales de enfermedad mental, pero la mayoría se recupera naturalmente poco después.
No todo estrés es malo. El estrés puede motivar a las personas a prepararse o a tomar acción, como cuando deben dar un examen o entrevistarse para un trabajo nuevo. El estrés puede incluso salvar vidas en algunas situaciones. En respuesta al peligro, el cuerpo se prepara para enfrentar una amenaza o para huir en busca de seguridad. En estas situaciones, el pulso y la respiración se aceleran, los músculos se ponen tensos, el cerebro consume más oxígeno y aumenta la actividad. Todas estas funciones tienen como objetivo la supervivencia.
El estrés a largo plazo. Puede haber problemas de salud si la respuesta al estrés continúa durante demasiado tiempo o se vuelve crónica, como cuando la fuente de estrés es constante o si la respuesta al estrés continúa después de que el peligro ha disminuido. Cuando se tiene estrés crónico, esas mismas respuestas del cuerpo que sirven para salvar la vida pueden deprimir los sistemas del cuerpo como el inmunológico, digestivo, de sueño y reproductivo. Esto puede hacer que dejen de funcionar normalmente.
Las personas pueden tener reacciones diferentes al estrés. Por ejemplo, algunas personas mayormente experimentan síntomas digestivos, mientras que otras pueden tener dolores de cabeza, insomnio, tristeza, ira o irritabilidad. Las personas que tienen estrés crónico son propensas a tener infecciones virales más frecuentes y graves, como la gripe o el resfriado común. El estrés de rutina puede ser el tipo de estrés más difícil de notar al principio. Debido a que la fuente de estrés tiende a ser más constante que en los casos de estrés agudo o traumático, el cuerpo no recibe ninguna señal clara para volver a funcionar normalmente. Con el tiempo, la tensión continua sobre el cuerpo debido al estrés de rutina puede contribuir a problemas graves de salud, como las enfermedades del corazón, presión arterial alta, diabetes y otras enfermedades y también trastornos como la depresión o ansiedad.
Hay maneras de manejar el estrés. Los efectos del estrés tienden a acumularse con el tiempo. Tomar medidas prácticas para controlar el estrés puede reducir o prevenir estos efectos. Los siguientes son algunos consejos que pueden ayudarle a lidiar con el estrés: Sepa reconocer las señales de cómo responde su cuerpo al estrés, como dificultad para dormir, aumento del consumo de alcohol y otras sustancias, enfadarse fácilmente, sensación de depresión y poca energía. Haga ejercicio de manera regular, pruebe una actividad relajante. Estos pueden incluir meditación, yoga, tai chi y otros ejercicios suaves. Fije horarios regulares para estas y otras actividades saludables y relajantes. Establezca objetivos y prioridades. Decida qué debe hacer y qué puede esperar hasta más tarde, y aprenda a decir no a las tareas nuevas si le están imponiendo una sobrecarga de trabajo. Tenga en cuenta lo que ha logrado al final del día, no lo que no ha podido hacer. Y sobre todo cuando asista con un especialista de salud mental para ser valorado y recibir tratamiento.