El dibujo infantil es un medio de expresión muy importante en los niños, es una forma de dejar una huella. Las características del dibujo infantil evolucionan junto con el crecimiento del niño. El desarrollo de la psicomotricidad fina y el desarrollo cognitivo del niño influyen enormemente en el dibujo, esta atraviesa por diferentes etapas:
Cerca de los dieciocho meses de edad, el niño comienza a realizar sus primeros trazos. Ya pueden tomar un lápiz y hacer garabatos desordenados o descontrolados sin sentido, suelen salir del papel, ya que aún no ha desarrollado una coordinación viso-manual.
Estos primeros dibujos no tienen sentido; su función es sólo una descarga motora y el placer del movimiento, lo cual no tienen un control motor fino sobre los movimientos de su mano, por ello suelen salirse de la hoja de papel y sus trazos son o muy débiles o demasiado fuertes, siendo movimientos impulsivos, rápidos y sin control, suelen ser amplios, curvos y de rápida ejecución.
A los 24 meses, se encuentra la etapa del garabateo
controlado, donde el niño ya puede reconocer su gesto y descubrir la relación que hay entre los garabatos que realiza y el movimiento de su mano. Comienza a respetar el límite de la hoja y los garabatos pueden ser diferenciados. Se trata de diferentes líneas, largas, de distinto color.
Con estas características se inicia la exploración y la conquista del espacio, hay control en la velocidad del trazo, pudiendo cambiar de dirección, y permitiendo frenar durante la ejecución del trazo, todo esto dependerá de la madurez sensorio motriz, ya que la evolución en el desarrollo de la psicomotricidad estará reflejado en dibujo libre.
Hacia los dos años y medio, el niño comienza a realizar garabatos más estructurados, pudiendo cerrar las líneas y aparece el garabato circular. Es aquí donde aparece el simbolismo, donde da nombres a sus dibujos, se conoce como la etapa del garabateo con nombre y coincide con la aparición del juego simbólico.
Entre los tres y cuatro años, surge la etapa de garabato con nombre, donde aparece el monigote, representando una figura
humana, ya existe una similitud entre el dibujo y la realidad. A sus producciones ya le da nombre.
A los 4 años, se inicia la etapa presquemática, donde el niño puede relacionar entre el dibujo y la realidad, puede nombrar referentes como la casa, el árbol, el auto, etc.
Está empezando a la etapa de representación, pudiendo realizar una figura humana, dibujando diferentes partes del cuerpo, representa la cabeza mediante un círculo incluyendo detalles, todo esto gracias a su propia experiencia perceptiva. Puede representar extremidades, realizando figuras geométricas, representando ojos, boca, nariz, orejas, etc.
A los 5-6 años, aparece la etapa del “renacuajo”, la cual se
ha convertido en una figura humana. El niño concibe el espacio como algo que le rodea y en donde se sitúan los objetos, de ahí que los presente en distintas posiciones, como “flotando”. La distribución del espacio es anárquica y el tamaño de las personas y objetos así como las proximidades establecidas (p.e. en el dibujo de la familia) están en función de la importancia que el niño les dé.
A partir de los seis años, se encuentra un periodo de pensamiento concreto, los dibujos asumen un carácter permanente y constante en sus representaciones, ya existe la
capacidad de relacionar sus producciones dentro de un contexto o tema. Sus dibujos expresan su conocimiento del medio y su autoconcepto; están ligados al contenido emocional de su experiencia.
A partir de los 7 y 8 años, se observan mucho más los detalles y movimientos donde adquieren flexibilidad, posturas que pueden adoptar, las formas proporcionadas y más elaboradas.
El dibujo beneficia al niño en su:
Psicomotricidad fina
A desarrollar la escritura y la lectura.
A poder expresar sus emociones, sentimientos y sensaciones
A comunicarse con los demás y consigo mismo
A fomentar la creatividad.
Ante lo dicho anteriormente, cabe destacar que el niño necesita ser capaz de controlar sus movimientos y de tener un buen dominio de sus movimientos finos es por ello, que mediante el dibujo se ve reflejado muchos aspectos de su desarrollo psicomotor, como por ejemplo un niño que presenta falta de límites, se puede observar en su dibujo, trazos fuertes y sin control, no respetando el espacio a la hora de colorear dentro del dibujo.
Los garabatos del niño surgen a raíz de la estructuración de su cuerpo y expresión de la forma en que puede moverlo. A medida que el niño va desarrollando su esquema corporal, controlará las diferentes partes del cuerpo (hombro, mano, muñecas).
También refleja el aspecto cognitivo, donde se refleja la comprensión que el niño tiene de la realidad, su representación espacial y como forma la idea de las cosas.
El dibujo es una actividad espontánea en el niño, sin embargo siempre hay que motivarlo para que lo haga, es importante que se le dé la posibilidad desde temprana edad el contacto con el lápiz y papel.
Ana Virginia Quiroga
Psicomotricista
Estimuladora Temprana
M.P:12248