Uno de los mayores temores de los padres sobre todo los primerizos, después de saberse capaces de hacerle frente a las necesidades económicas de su hijo, es el saber si serán buenos padres, si serán capaces de hacerle frente a las necesidades de crianza de su pequeño.
Es ahí donde entra la esfera del buen trato.
Esta está formada por tres componentes
La necesidad de establecer vínculos afectivos; se refiere a el poder establecer lazos afectivos, con los que se pueda contar de forma estable y duradera por parte del pequeño. Es importante que sepan que además de sus padres puede haber otros adultos que pueden contribuir a esta tarea, tales como abuelos tíos y amigos de la familia, más tarde formadoras (mises), maestras y maestros
La necesidad de aceptación; Los pequeños desde recién nacidos necesitan del contacto físico cálido y palabras amorosas, a pesar de no entender su significado, si entienden el tono y ternura que sus seres queridos le trasmite, al crecer va necesitando saber que su familia y adultos cercanos a el confían en sus habilidades y capacidades. Si necesita ser aceptado incondicionalmente pero esto no significa aceptar todos sus comportamientos, “se acepta al pequeño de forma incondicional pero sus acciones inadecuadas no”. Te acepto te abrazo y comprendo que te de frustración recoger los juguetes… pero son tus juguetes y te toca recogerlos.
La necesidad de ser importante para el otro; Todo niño necesita saberse escuchado y tomado en cuenta, saber que tiene un lugar y una razón de ser tanto para sus padres y en su familia. Si el niño no se siente tomado en cuenta, visto o útil buscara algún adulto que lo reafirme como persona y lo haga sentir importante incluso fuera de la familia y con personas desconocidas e incluso inadecuadas. Los niños deben participar en la medida de sus posibilidades en la vida diaria del hogar y de la misma forma ser reconocidos, elogiados y alentados a formar parte de esta. Siempre teniendo en cuenta que las tareas estén en función del desarrollo propio del niño, la familia y acorde a las capacidades que tiene el pequeño con respecto a sus edad.
Por todo lo anterior es importante desde el primer momento, hablar con el niño, si bien no entiende aun el significado de las palabras, si entiende el tono de estas, y el tono de cariño y de aceptación; eso hará que se sienta amado y parte importante de su familia, el contacto corporal, ser cargado llevado de un lado al otro y tratado con cuidado, el calor del pecho de la madre al ser alimentado, el calor de los brazos del padre, lo arrullos de los tíos abuelos o personas cercanas a la familia desde antes de que los bebes abran los ojos, es no solo uno de los mejores estimulantes de su desarrollo, si no también los cimientos para la resiliencia (capacidad para afrontar el dolor emocional y salir adelante en busca del bienestar).
Mirarlo mirar sus ojos grandes y sorprendidos, desde cerca donde puedan distinguir las figuras, que sepa que están ahí y de ahí en adelante hacer un habito, el mirarle al rostro cada vez que se platica con él. Buscar estar a su misma altura y el dejar todo 5 minutos para darle nuestra completa atención, así es como le damos desde un inicio el mensaje de “tú eres importante para mí” Tu eres parte importante de nosotros y sobre todo el mensaje más importante te amo”
Aunque suena sencillo es común que muchos padres, sobre todo los hombres no puedan realizar estas sencillas acciones como expresarle sus sentimientos verbal o físicamente, o les sea incomodo e incluso hasta les lastime al hacerlos sentir vulnerables. Esto se debe a la educación patriarcal que hemos sufrido y que muchas ocasiones han deformado nuestra forma de establecer vínculos amorosos que nos hagan ser más felices. Cuando esa es nuestra situación podemos recurrir a la psicoterapia individual, o sesiones de terapia de juego filial así como talleres de habilidades parentales o escuela para padres.
Es importante tener presente que además de cumplir estas necesidades en nuestros hijos, un padre cercano también debe aprender a desarrollar la capacidad de pedir ayuda cuando sea necesario o cuando sepa que le traerá un bienestar mayor. Pedir ayuda para disfrutar de nuestros hijos que con tanto esfuerzo cuidamos y buscamos siempre estén mejor es muestra de nuestra mayor madures y adecuado manejo de nuestras habilidades psicosociales.