Muchos de los problemas durante el desarrollo de los niños y niñas comienzan con situaciones en lo cotidiano y que a veces no lo vemos. Uno de estos es poder poner límites para evitar la baja tolerancia a la frustración. ¿Qué es esto? Es cuando los niños y niñas son demandantes y exigentes, buscan satisfacer de forma inmediata sus necesidades y al no ser cumplidas o cuando se llevan a cabo con ligera postergación presentan berrinches, llanto y les cuesta manejar sus emociones.
¿Cómo podemos identificar si tienen baja tolerancia a la frustración? Los niños o niñas tienden a ser impulsivos, tienen dificultad para expresarse, son muy exigentes, evita enfrentarse a nuevos retos, son berrinchudos, pocos flexibles, tienen poca paciencia y se aburre muy rápidamente, presenta una actitud muy egocéntrica. Esto provoca que socialmente les cueste trabajo relacionarse o adaptarse y en el ámbito personal puede haber inmadurez cognitiva y emocional, además de la falta de herramientas o habilidades para poder enfrentar distintas adversidades, lo que en la adolescencia se puede reflejado en abusos.
Cuando se tiene tolerancia a la frustración, los niños y niñas no se creen el centro del universo, lo cual es importante ya que crean empatía con los demás. Por otro lado si aprenden a que sus deseos no son satisfechos por papá o mamá en ese mismo instante, pueden aprender a encontrar caminos para satisfacerlos ellos mismos, lo cual fortalece su autoconfianza y su autonomía. Para que esto pueda suceder les tenemos un par de consejos que pueden servir para que papá y mamá los lleven a cabo en casa:
Ayuda a identificar sus emociones preguntándoles ¿Qué sientes? cuando está triste o afirmándoles ¡Estás contento ¿verdad? cuando está feliz y validar esos sentimientos. Por ejemplo si tu hijo o hija está haciendo berrinche, puedes acercarte a decirle: “Estás enojado y está bien, no es necesario que te tires al piso para demostrarlo, te escucho”
Enséñale a pedir ayuda, dile que estás presente por si necesita de tu ayuda.
Déja que se equivoque, es común que como papás queramos proteger y no generar malestar a los hijos o hijas, pero es una buena manera de aprender a lidiar con la frustración, ya que aceptas que existe. De los errores es de donde más se aprende.
Enséñale a que perder en los juegos no está mal, al no darle tanta importancia el perder puede entender y aceptar que sucede y le da herramientas para vivirlo o aprender de ello.
Disfruten el proceso, reforzar los pasos y no sólo la meta ayuda a que el niño o niña pueda valorar no sólo el logro final si no el camino.
Relájense juntos, enseñarle a relajarse con música tranquila, juegos libres, cosas que salgan de la rutina.
La recompensa puede esperar, involucrado en juegos o situaciones donde la recompensa no sea inmediata y en juegos donde tenga que esperar turno, así entenderá que no todo es cuando sea su voluntad.
Expresa las reglas claramente, recuerda que con los niños y niñas debes de ser concreto.
Poner límites puede ser divertido para todos, si explicas las consecuencias y juegas mucho con ellos, no tendría que ser estricto o con regaños.