¿Ir al Gimnasio?, ¿Iniciar la dieta?, ¿Dejar algún hábito nocivo?, ¿Viajar más?, ¿Iniciar un fondo de ahorro?... Si Estás son algunas de las preguntas que te has estado haciendo durante las últimas semanas, permíteme decirte que ya te enrolaste en una de las causas de ansiedad más comunes durante las fiestas decembrinas.
Tanto la víspera navideña como el fin y comienzo de año para muchas personas, son tiempos que vienen sobrecargados de todo, pero, principalmente: de expectativas, ideales y utopías. Constantemente reflexionamos acerca de todo lo que ha sucedido en años previos, observamos experiencias, aprendizajes y nos abrimos a la oportunidad de renovar prioridades y metas.
Si bien es cierto que la idea de renunciar o no plantearse ningún objetivo podría llegar a ser una gran opción, lo culturalmente aprendido e incluso apreciado, es que “cualquier cosa que merezca la pena requerirá nuestro máximo esfuerzo para poder con ello hacer disfrutable la recompensa”.
Fue quizás durante mi adolescencia que noté que de entre muchas cosas, la idea de tener que pensar en 12 deseos mientras intento no atragantarme con doce uvas ya traía en el propio acto el reto de no morir de asfixia, y si, con el tiempo he visto de todo un poco, que preparan los deseos antes, personas que hacen listas, personas que inician retos, en fin. Fue hasta hace un par de años que renuncié a convertirme en un episodio de “1000 maneras de morir”, y decidí generar mi propio reto. -Este reto, significó replantear alguna de las tradiciones que durante años habían formado parte de mí y elegí simple y sencillamente hacer anti-propósitos-; Al hablar/ escribir sobre Anti-propósitos, quiero dar a entender, que ya no me complico durante semanas pensando que hice, que no hice ni trato de justificar o planear un montón de excusas innecesarias que validen o no el hecho de que en mi vida no se cumplieron objetivos que a “raja tabla”, me había impuesto para “ser una mejor versión de mi”. Ahora, te explico cómo empezaron los anti-propósitos (favor de considerar que esto surgió en la adolescencia).
Si mi lista implicaba:
· Mantener mi habitación ordenada y limpia a diario
El antiproposito era: No voy a mantener mi habitación limpia y ordenada,
Cabe destacar, que no es que buscara ser la evolución del “ecoloco”, simplemente me parecía mucho mas honesto identificar que al final del año si no había mantenido hiper limpia y ordenada la habitación, tampoco vendría la carga mental de decir “Ay Betty, otra vez no cumpliste con tus propósitos”. Y en este ejercicio polarizado de hacer y no hacer, Resultó mucho más loable y significativo abrirme a la oportunidad de reconocer que en efecto, habría días que no iba a poder mantener completamente limpia y ordenada la habitación. Conclusión adolescente: Al término del año no me sentí: culpable, molesta o frustrada por no cumplir mis expectativas, ¿me hizo una mejor versión de mi? No lo sé, pero si se que me resultó mucho mas funcional, equilibrado y honesto.
Como era de esperarse, con el tiempo intenté mejorar un poco la técnica y es hasta ahora que me doy cuenta que mis anti-propósitos, se han convertido cada vez más en verdaderos compromisos.
Ojo, no intento decirte que no planees metas, pero sí que busques hacerlo desde una nueva perspectiva, una en la que no te resulte incomodo y desagradable, una en donde seas tu quien se de a la tarea de negociar.
Si ya te convenciste de que cambiar de hábitos no es fácil o de que ya no vale la pena intentarlo, simplemente date la oportunidad de cambiar la perspectiva. Cuanto mas tiempo te dediques a observar tu comportamiento y a generar anti-propósitos, segura estoy que será mas sencillo involucrar a tu cerebro en este proceso que te afronta y te permite aliarte con una sensación de bienestar.
El verdadero problema no esta en el hecho de que “no tengamos fuerza de voluntad”, esta en el hecho de que hasta ahora, nos haremos responsables de vincular nuestras emociones para que surjan nuevos comportamientos.
Como empezar a crear anti-propósitos
1. Toma papel y lápiz
2. Haz una pequeña lista de los propósitos que llevas años deseando cumplir y no cumples
3. Empieza por polarizar la lista de propósitos
4. Genera u compromiso,
a. Lavar la ropa todos los domingos (Propósito)
b. No voy a lavar la ropa todos los domingos (Anti-propósito)
c. Voy a lavar la ropa cuando vea que solo me quedan 3 calzones limpios (Compromiso)
También puedes hacerlo de la siguiente forma:
1. Escribe un propósito que no hayas cumplido y el sentimiento que te genera
2. Escribe una declaración afirmativa respecto a este propósito
3. Haz un compromiso
Propósito no cumplido
Declaración
Compromiso
Soy un fracaso, no soy capaz de ir al gimnasio
Soy capaz de ir al gimnasio
Iré al gimnasio 3 veces por semana
Como bien mencioné, no es el anti-propósito la panacea de las circunstancias, pero si una alternativa para todxs aquellxs que, como yo, buscan alternativas para poder sentirse o generar herramientas para que no resulte una catástrofe, el cumplimiento de metas y objetivos.
También, me resulta vital decirte que, si no he muerto de asfixia, es porque decidí que, con cada uva, en vez de doce deseos puedo “pedir” dos o tres y ser constante con ellos.
Uvas 1,2 y 3---à Bienestar para familiares y amigos, 4,5 y 6. à Dejar el trabajo si durante 30 días consecutivos me quejo de lo que hago, 7,8,9à Observar mas mi interior que mi exterior…
Ahora que sabes que son y como aplico los anti-propósitos, ¿te animas a ponerlos en funcionamiento?
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