En la historia de la terapia familiar han existido distintas escuelas y teóricos clásicos, la mayoría de estos enfoques fueron desarrollados en las décadas de los 70´s, en ese momento salen a relucir los enfoques de Salvador Minuchin, Carl Whitaker, Murray Bowen e Iván Bosszormenyi-Nagy, estos autores fueron pioneros para la posterior generación de terapia familiar. Recordemos que algo que fue caracterizando a estas escuelas, era que la terapia no se centrara únicamente en los procesos internos del individuo, en su personalidad ni en su inconsciente, sino principalmente en su contexto más inmediato, que en este caso era su familia. En una primera instancia, los primeros modelos sistémicos, si bien podían tomar en cuenta procesos internos o aprendizajes, ponían mucho mayor énfasis, debido a la influencia de la teoría cibernética y las teorías de la comunicación, en las pautas de los síntomas o el problema/queja, partiendo de la idea de que existía una funcionalidad del síntoma (ansiedad, depresión, ira, etc.) que la familia en su interacción mantenía, por lo que el objetivo de la terapia, estaba enfocado en romper el equilibrio u homeostasis que genera dicho síntoma psicológico. En ese sentido, y bajo esta forma teórica de entender los comportamientos en las interacciones personales, el papel del terapeuta, era el ser un observador de la dinámica familiar, cuyo rol estaba en promover el cambio de manera directa en la familia y sus miembros. Sin embargo, la terapia familiar sistémica, y sus posteriores escuelas se fueron transformando, ya que querían evitar la simple repetición, con círculos y posturas cerradas que habían afectado a otras corrientes de terapia, esto fue desarrollando otros enfoques que se empezaron a distanciar de los postulados y explicaciones de las escuelas fundadoras de terapia sistémica, estos enfoques fueron recibiendo algunos nombres como : terapias «posmodernas», «narrativas», «discursivas», «postestructuralistas», «colaborativas» y «socioconstruccionistas».
Este tipo de terapias comenzaron a cuestionar el rol que se había asignado del terapeuta, por ejemplo, el enfoque colaborativo, marco el posicionamiento del terapeuta al utilizar el lenguaje de los clientes para conocer sus valores, experiencias y actitudes para poder producir un cambio, favoreciendo una forma de ser y existir en el mundo. Sin embargo, el terapeuta no le informaba al cliente sobre este proceso que estaba realizando. Por otro lado, la terapia narrativa pondrá un énfasis en el aspecto político que los terapeutas cumplen a la hora de realizar sus intervenciones y como no se está exento de cometer abusos de poder aun siendo terapeuta. O de igual Manera el enfoque centrado en soluciones pondrá énfasis en que a veces se exploran los síntomas o el problema a fondo, pero al consultante es importante orientarlo hacía como será su vida cuando el problema se encuentre resuelto.
Pero contextualicemos un poco más estos enfoques, la terapia colaborativa de Harlene Anderson y Harold Goolishian, la terapia narrativa de Michael White y David Epston, y la terapia centrada en soluciones de Steve de Shazer e Insoo Kim Berg, a través del pensamiento socio construccionista y post estructuralista de la filosofía, fueron abandonando la cibernética que caracterizaba y predominaba en las escuelas de terapia familiar, sin embargo estas escuelas posmodernas aún pueden incorporarse dentro de la tradición sistémica, porque siguen poniendo un especial énfasis en los factores que posibilitan y/o limitan las formas de entender lo que experimentamos, así un mismo evento puede ser vivido y descrito de diferentes maneras, por lo que el yo y lo que creo, siempre se encuentra en un contexto, ya sea cultural, de interacciones o incluso un contexto de sistemas de significados o conversacionales.
Sería importante aclarar que, aunque existen diferencias significativas entre la terapia narrativa, colaborativa y centrada en soluciones, ya que cada uno de estos modelos terapéuticos, poseen por sí mismos un estilo particular en el manejo de la sesión con procesos específicos de trabajo. A pesar de ello, se les puede agrupar por sus similitudes, ya que comparten premisas y postulados compatibles con orígenes en común, algunos de ellos son, el énfasis en el lenguaje o narrativa de la persona como una manera válida de descripción del mundo, la identidad relacional, la polisemia y uso coloquial de los significados, entre otros. (Paré y Tarragona, en prensa; Anderson,2006, Anderson, 2003b).
Algunos de estos valores y premisas importantes son los siguientes:
-Trabajar desde una perspectiva no patológica (desde la terapia sistémica se habían abandonado los manuales como la mejor forma de aproximarse a las problemáticas de los consultantes)
-Evitar culpar o clasificar a los individuos o las familias en categorías diagnosticas biomédicas
-Co-construir un lenguaje de entendimiento entre consultantes y terapeutas (no imponer teorías, “formas correctas de pensar, de comunicarse, etc.)
-Apreciar y respetar la realidad y la individualidad de cada cliente
- Ser públicos y transparentes respecto a los procedimientos y principios de la terapia.
-Expresarse de modo subjuntivo con palabras como: “quizá, podría ser, yo observo esto, es posible que”. Esto con el propósito de desencadenar presuposiciones, establecer significados implícitos y favorecer las perspectivas múltiples.
-Desde estas corrientes, los terapeutas están más interesados en entender sobre la vida de los clientes desde el punto de vista de los propios clientes, que desde la perspectiva de alguna propuesta teórica.
-El cliente es quien define el objetivo de la terapia y cuándo éste se ha alcanzado.
Conclusión: Al intentar vivir en una sociedad democrática, como terapeutas debemos ser conscientes del poder e influencia que tiene nuestra profesión. En este aspecto han surgido enfoques terapéuticos que ponen en el centro la experiencia y valores de los consultantes, con el fin de que ellos sean los más autorizados describir y entender sus propias vidas, sin embargo, es amplio el trabajo hacia tratamientos psicológicos transparentes e igualitarios.
Si quieres una cita con el psicólogo Angel Martínez puedes escribirnos haciendo click en este enlace:
Recuerda que trabaja con consultas en línea a cualquier país de habla hispana.
984-804-5907