Las personas buscamos ser felices o, al menos, deseamos alcanzar un estado más agradable que el que vivimos en el presente, esto es una regla general del comportamiento humano. Una vez cubiertas las necesidades básicas de supervivencia (alimentarse, dormir, beber agua, respirar, protegerse del frío y del calor, etc). las personas tenemos necesidades afectivas y sociales muy importantes para el bienestar de la persona.
Durante la infancia y la adolescencia, estas necesidades están cubiertas por la familia y por el grupo de amigos. En la edad adulta, los amigos empiezan a disminuir, las responsabilidades personales, económicas y de trabajo nos obligan a priorizar a quién y a qué dedicamos el escaso tiempo de ocio. De repente, nos damos cuenta de que ya no tenemos a tantas personas cerca como teníamos antes. Ya no nos sentimos tan apoyados; los amigos ya no están tan disponibles y nuestras necesidades dejan de estar cubiertas.
Estas necesidades son:
La necesidad afectiva. Necesitamos sentirnos queridos y querer a los demás; mostrar el afecto, saber recibirlo y sentirnos apoyados y comprendidos emocionalmente. Necesidad de amar y ser amado.
La necesidad de contacto sexual. Esta necesidad es evidente desde el punto de vista de la supervivencia de la especie, y también desde el punto de vista de la necesidad de comunicación humana y de intimidad corporal; necesitamos el contacto físico con los demás y buscamos el placer.
La necesidad social y de pertenencia. Las personas somos seres sociales, necesitamos a los demás, sentirnos vinculados a un grupo de personas, a alguien que nos enriquece.
Esto es una de las razones por las que buscamos estar en pareja. Tener una relación vincular con otra persona, realmente nos facilita un encuentro, pero no solo con el otro, sino con nosotros mismos también. Aprendemos quiénes somos, evolucionamos emocionalmente y como personas. Nos descubrimos a nivel cognitivo, emocional y espiritual. Sin embargo, usualmente no somos conscientes de esto.
Para que una relación de pareja se desenvuelva sin sufrimiento, debemos tener consciencia de lo que esperamos de la otra persona, de lo que estamos dispuestos a dar y de que cada uno necesita su espacio, libertad, equilibrio y una vida en la que la individualidad sea respetada.
Muchas veces pensamos que la pareja nos debe dar lo que nos falta y cubrir nuestras necesidades más profundas, pero pensar de esa manera es una equivocación. Ese tipo de relación solo pasa una vez, cuando somos niños. Sin embargo, trasladamos esta necesidad a la pareja. Es lo que se llama amor inmaduro, basado en la exigencia y necesidad de que el otro haga y se comporte como necesitamos para nosotros sentirnos bien. Detrás de cada una de nuestras demandas, quejas y necesidades durante una relación, se esconden nuestras propias carencias y para poderlas compensar hacemos uso del Ego.
¿COMO INFLUYE EL EGO EN NOSOTROS?
El EGO suele tener una visión muy limitada de la realidad, y sólo acepta su punto de vista, su modo de entender el mundo, e incluso de amar. Pocas dimensiones pueden ser más dañinas y destructivas como el egoismo en cualquiera de sus ámbitos, ya sea a nivel de amistad, a nivel laboral o en el seno de una pareja.
Al ego le gusta que las cosas sean como uno desea, que el mundo se ordene milimétricamente de acuerdo a sus perspectivas, a su concepción personal de lo que está bien y lo que está mal. No le gusta lo imprevisto, ni lo espontáneo, las reacciones que escapan a su control y que expresan voluntad propia.
¿CÓMO AFECTA EL EGO TU RELACIÓN DE PAREJA?
En ocasiones el EGO nos obliga a hacer o decir cosas que lastiman y que no son sanas ni para ti ni para tu pareja o para la relación, y pudiera ser que quien está hablando en realidad es el eco de nuestros miedos, inseguridades o caprichos que nos lleva a ser manipuladores generando sentimientos de incomprensión, injusticia, desatención y pensamientos que nos hacen creer que el otro tiene la culpa. Los juicios que emitimos acerca de nuestra pareja son producto del EGO, generando un rol de víctima, o en otros casos de victimario, cuando descalificamos las acciones o percepciones de nuestra pareja, con ofensas y desprecios.
Otra manera en la que el EGO interfiere en la relación es con el deseo de controlar y cambiar a tu pareja. Es tan arrogante que te hace creer que la otra persona cambiará porque le obligarás a hacerlo o por amor a ti, pasando por encima de sí mism@.
Tener una relación así nos hace correr el riesgo de vivir junto al «otro», esperando que éste nos de eso que no sabemos exactamente qué es, pero que si lo tuviéramos nos haría sentirnos completos por fin. El problema aparece cuando éstas necesidades profundas no son satisfechas. El responsabilizar al «otro» de cubrirlas, hace que caigamos en decepción y conflicto.
¡NO DEJES QUE EL EGO AFECTE TU RELACIÓN!!!
Pasos que pueden ayudar a vencer el ego y generar una linda y sana relación de pareja:
Recuerda que el amor empieza por uno mismo, pero es mejor compartirlo que usarlo en contra de los demás.
No te sientas ofendido
Genera respeto y confianza entre tú y tu pareja.
Libérate de la necesidad de ganar
Libérate de la necesidad de tener razón
Libérate de la necesidad de ser superior
Libérate de la necesidad de tener más
Libérate de la preocupación de lo que piensan los demás.
Trabaja tus miedos e inseguridades.
Toma el control de tus propias emociones y necesidades.
Sólo el ejercicio de ser conscientes y responsabilizarnos de nuestras propias necesidades y dejar de generar expectativas en la pareja, es lo que nos hará entrar en armonía con nosotros mismos y con el otro, conectando con nuestra verdadera esencia.
Es necesario que entendamos que el ego nos “desconecta” con el amor consciente, el amor maduro que se ofrece en libertad y plenitud de SER Y HACER al otro para formar pareja, para tener un proyecto en común respetando siempre el crecimiento personal de cada uno.
Renuncia a hacer las cosas que nuestro ego quiere y disfruta las cosas como suceden, dejar fluir y dejar querer controlar todo, es sano para ti y tu relación. Esto ayudará a despertar la verdadera conciencia del amor , esa que deja de luchar para dar paso a la espontaneidad del día a día, que da lugar a una libertad donde no hay apegos y donde cada uno es dueño de sí mismo, y a su vez, parte de un proyecto en común.
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