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¿Por qué los adolescentes suelen estar aislados o enojados?

El ser padres conlleva funciones que van cambiando a lo largo de la vida. Con el transcurso de los días, meses y años, tanto los padres como los hijos van cambiando y pasando por distintas etapas. Cada etapa presenta, para todos, particularidades que van modulando el vínculo, es decir, la forma de relacionarse y de sentirse unos con los otros.


En el caso de la adolescencia, es un momento de crisis. Implica una serie de cambios biológicos, psíquicos y sociales. Mientras el adolescente tramita esta etapa, los padres, quienes son sus acompañantes a lo largo del ciclo vital, también experimentan estos cambios desde su rol. Los padres se enfrentan con grandes sentimientos de exclusión, desvalorización, devaluación y pérdida del control, característicos de este nuevo vínculo. Se llegan a sentir desplazados de la vida de sus hijos e inconsistentes en su función. Pueden sentir que sus hijos se les van de las manos, no los reconocen, no los escuchan y los confrontan, lo que les genera frustración, enojo, confusión y tristeza. Por ende, les es difícil ver que sus hijos también los quieren, valoran y necesitan más que en cualquier otra etapa.



Los adolescentes y sus emociones.

Los adolescentes tienden a ser inestables emocionalmente, lo que se manifiesta en el hogar en forma de conflictos y/o problemas en diferentes escenarios.

Son extremos en la forma de sentir sus emociones. La inseguridad en esta etapa está más marcada, eso puede influir en que vean las cosas más en blanco y negro. La sensibilidad es mayor, son más susceptibles, pudiendo tener reacciones exageradas y no ajustadas a la situación. A veces ni ellos mismos se entienden, y tienen que convivir con sus propios cambios, lo cual resulta complicado ya que por edad aún no se han adquirido las herramientas suficientes para el manejo de la impulsividad, la frustración, el enfado, etc.


Una de las peores manifestaciones adolescentes es la ira, una de las emociones negativas más desagradables que se pueden sentir. Cuando ésta llega, quiere decir que ya es demasiado tarde y que nuestro cerebro racional, capaz de sujetar nuestras acciones, ya ha perdido el control. Y lo ha hecho a favor de nuestro cerebro emocional o límbico, situado fundamentalmente en la amígdala.

La adolescencia presenta muchos cambios físicos, sociales y emocionales, y falta de experiencia en el manejo de emociones como el enojo o la ira, les cuesta hacer empatía porque es una etapa que piensan mucho en sí mismos.

Los adolescentes y el enojo.

Usualmente cuando los niños no hacen algo bien o no cumplen con las expectativas de los adultos, o con lo que se les solicita, el adulto muestra su inconformidad o frustración a través del enojo. Esto hace que cuando el adolescente presenta las mismas emociones en su vida, se manifiesta de manera en la que aprendió de sus educandos, ENOJADO O IRACUNDO.

Debido a problemas puramente biológicos y cerebrales, los ataques de ira también pueden ocurrir en adultos, pero es más probable que ocurran en adolescentes. Maggie Dent de Australia lo explica de esta manera. En la publicación reciente de su libro "From Boy to Man", la autora, considerada una experta en la educación de los adolescentes y el alcance de los padres, señala que el cerebro es uno de los factores más importantes.


De acuerdo con Dent, "el sistema límbico, el cerebro emocional, experimenta un aumento dramático en la adolescencia temprana". Como resultado, "comienzan a sentir cosas con más intensidad que antes de la adolescencia, lo que explica en parte los arrebatos de ira espontáneos que pueden sexo y volatilidad.” Además, afirma, la mayoría de las respuestas del adolescente a lo que experimenta en el mundo provienen de partes subdesarrolladas del cerebro.

"El desarrollo lento de la corteza prefrontal afecta la capacidad de los adolescentes para procesar estados emocionales como la ira, la frustración, el miedo, el aburrimiento, la vergüenza y los sentimientos de inutilidad. La forma en que piensan, si es que piensan, tiende a confundir las cosas. Es un desastre. en lugar de una evaluación precisa de lo que está pasando", dijo Dent.

Las hormonas trabajan como la montaña rusa de las emociones.

Dent atribuye parte de la agitación emocional de la adolescencia a la inmadurez, pero también a una corteza prefrontal del cerebro subdesarrollada para tomar decisiones más informadas. En cambio, afirma que la amígdala, como el centro de amenazas del cerebro, "es más grande en los niños y contribuye a una mayor intensidad emocional".

Como resultado, son propensos a arrebatos y situaciones fuera de control cuando se enfrentan a amenazas, porque "se requiere el desarrollo de la corteza prefrontal del individuo para permitir la capacidad de tomar decisiones más maduras". Si a eso le sumas el típico aumento hormonal de la juventud, la bomba cae.


Dado que el mal humor, estar encerrados en su cuarto y estar lejos de casa son el patrón más común entre los adolescentes, afectan, a veces, para que las cosas pueden ir de mal en peor. Se da en aquellas situaciones en las que la rebeldía y la incomprensión se transforman en conductas agresivas o violentas, propias de niños emperadores o tiranos, como de algunos adolescentes. Cruzar los límites antes de gritar, dar portazos o romper cosas, en casos extremos, tiene que ver con el procesamiento cerebral de la ira, pero también con el condicionamiento social aprendido.

Existen conductas socialmente inapropiadas, unas los son más que otras, por ejemplo, llorar suele considerarse (sobre todo en chicos) un gesto de debilidad que implica venirse abajo o rendirse. Por el contrario, alzar la voz y pretender imponerse a través del grito o incluso de gestos violentos o intimidantes, puede percibirse como socialmente más aceptado y, erróneamente, como sinónimo de voluntad y fortaleza. Estos conceptos son aprendidos en nuestra cultura y ampliamente reforzados en el cine y la televisión.

La razón por la que los adolescentes se alejan de la familia.

En estos años la adecuación al grupo y el sentimiento de pertenencia a este por parte del joven determinarán gran parte de su carácter, seguridad en sí mismo y motivación. En la adolescencia se le presenta al niño el deseo y necesidad de autodefinirse. Esto implica la rebeldía de desmarcarse un poco de la familia, hasta ahora su grupo primario y principal fuente de bienestar y tranquilidad.

La nueva referencia del adolescente estará, en cambio, en su grupo de pares. En otros niños de su edad con los que ahora se identifica. Sólo ellos, y no los padres, estarán en sintonía con sus nuevos valores y figuras a las que idolatrar, a menudo estrellas de la música, actores o influencers.

Por todo ello será muy importante estar al tanto de cómo le va al niño en la relación con sus amigos. Así como observar si es aceptado o rechazado por sus amigos, compañeros o grupo social, ó si es víctima de algún tipo de acoso, escolar o no. Sentirnos rechazados tiene consecuencias muy negativas en cualquiera de nosotros. En el niño, carente de recursos para gestionar sus emociones, las repercusiones negativas serán mucho mayores. Por añadidura, las primeras personas con las que se reflejan esos sentiemientos de tristeza, rechazo, miedo , inseguridad, etc. serán seguramente sus padres, al ser las figuras de más confianza.

A pesar de que en esta etapa los padres sientan que el hijo lo que más desea es apartarlos, es importante mantener la presencia como padres, dando la contención y libertad necesarias al establecer límites consistentes, así como, dárles su espacio pero sin perderse. El rol de los padres debe ser acompañar al hijo en la construcción de su identidad.


“La adolescencia es una etapa de difícil autodominio y de grandes impulsos, por eso es necesario educar con ilusión y sin miedo para lograr una relación satisfactoria entre padres e hijos. Los adolescentes aportan muchas cosas positivas, pero hay que saber detectarlas y valorarlas”, afirma el experto Javier Urra, experto en adolescentes. A lo largo de la infancia y la adolescencia nuestros principales grupos sociales se estructuran en el entorno del aprendizaje y de la escuela. Después de la familia nuclear (de padres y hermanos), su clase será el grupo de referencia más importante para el niño.

Generalmente los padres en esta etapa no tienen idea de como tratar a sus hijos, porque éstos tienden a encerrarse más en sí mismos y hacen más difícil la comunicación, suelen buscar más la soledad, pasando más tiempo en su cuarto por ejemplo, y como ellos “creen” que los padres “no les entienden”, eso justifica que cuenten menos sus cosas, piensan que se les va a juzgar y así son menos expresivos. Por ello la comunicación es importantísima, hay que cuidar que sea fluída, no limitarnos a interrogar o hacer preguntas, escucharles aunque a veces nos extrañe lo que cuentan o no estemos de acuerdo, valorar sus puntos de vista y entender sus sentimientos

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A continuación veremos una serie de pautas que pueden ayudar a manejar la relación con los adolescentes.


  • Autocontrol, esta va en doble sentido, pues tanto es necesario para los padres mantener la CALMA con los adolescentes, como a ellos trabajar con la impulsividad. Esto hará que podamos escucharles y expresarnos mejor con ellos y facilitemos así la comunicación para que sea eficaz. Si bien es cierto, que esto a veces no es tan fácil, si detectamos que se dificulta manejar el enfado por ejemplo, mejor hay que esperar a estar todo más tranquilo, entonces ahí estaremos en mejores condiciones para poder hablar. No debemos olvidarnos que somos modelo a seguir para los menores, esto significa que según vean ellos que manejamos nuestro comportamiento así harán, es decir, imitarán muy probablemente lo que hacemos.

  • Firmeza, cumplir aquello que hemos dicho, ya sea positivo o negativo, como una promesa de alguna motivación o alguna consecuencia por incumplimiento o mala conducta. La firmeza es muy importante para establecer de manera adecuada los límites, pero con tranquilidad, la firmeza nunca tiene que ser imposición, pero si es necesaria la reflexión. A veces se comete el error de levantar castigos, y de ese modo perdemos credibilidad y autoridad.


  • SER EQUIPO y mantener una buena comunicación, tanto en padres separados como en los que continúan juntos, las mismas reglas y valores o principios son necesarias para cuando esten con papá que con mamá. Por lo que sugiero que los padres logren hablar primero, y logren ponerse de acuerdo, antes que con el adolescente, y mantener el mismo criterio frente al menor. En el caso de no ser así, lo que hacemos es mandar mensajes contradictorios que pueden utilizar para su propio beneficio. Además la contradicción entre ambos padres genera inseguridad, y puede que les confundamos y así no nos vean como las personas que les ofrecen ayuda y protección.

  • Mostrar interés, por sus nuevos gustos, intereses, amigos, propósitos, metas, etc., sin caer en la afixia emocional. El hecho de que muestres interés no quiere decir uses la información que te confía para que lo uses para criticarlo o manipularle para que sea como tu quieras, es decir, que de alguna manera, le muestres que no confías en su forma de percibir las cosas, de cuidarse, de pensar o de sentir, porque al hacerlo, lo que vas a lograr es que se aleje de tí y busque esa confianza en alguien más, lejos de tí. Y al referirme a lejos podría no ser físicamente porque pueden vivir en el mismo techo, pero no teniendo un vínculo afectivo cercano, con poca o nula comunicación.


  • Ser ASERTIVOS. Los padres han de estar presentes en la vida de los adolescentes en todas sus cosas, si no interactuamos con ellos, no preguntamos, ni mostramos interés por sus cosas, les dejamos hacer lo que quieran o consideren, no opinamos sobre sus problemas o situaciones que se les presentan les estaremos haciendo mal. Si imponemos y marcamos nuestro criterio sin opciones, sin diálogo, generamos miedo y rechazo, y también lo estaremos haciendo mal. La forma más adecuada de comportarnos y comunicarnos es respetando sus derechos, y los nuestros propios, y fomentando comunicación abierta, con posibilidad de debate, de negociación, (aunque no en todos los casos, ya que a veces los padres han de ser quien tomen la última decisión).

  • No somos amigos de nuestros hijos. No es lo mismo ser su amigo que tener una buena relación con nuestros hijos. En una hay un rol de igualdad y en el otro existe una autoridad establecida en los padres quienes son los que guían, quienes cuidan, quienes dan la cara por ellos en su educación y bienestar, pero respetando sus derechos, su individualidad y su rol en la familia, a través de la confianza y empatía. Como señalaba más arriba, los padres deben ser su modelo de referencia, su modelo seguro. Ellos se apoyarán en los padres para buscar ayuda, y para ello no podemos mantener un rol de ser colegas de nuestros hijos.

  • Reforzar su Autoestima. Valorando de forma positiva lo que hacen bien, reforzar la conducta adecuada siempre es importante, desde la infancia. Esto hace que aprendan a valorarse por sí mismos y por tanto, desarrollen de forma saludable su amor propio y autocuidado.

  • Buscar el equilibrio, todo en equilibrio es mejor. Como padres creo que alejarse para darles su espacio mental, social, emocional de aprendizaje, con respeto es necesario, sin embargo, acercarse para convivir, conocese, platicar, incluir, animar, motivar, acercarse afectivamente, escuchar, guiar, educar también es necesario y muy importante. Todo en equilibrio, sin gritos, encontrando un acuerdo donde todos respetan al otro y ganan todos es lo mejor que se puede hacer.

Si en algún momento, has intentado de lo anterior y te das cuenta que tu hijo se observa triste, demasiado tiempo aislado, desanimado, sin amigos, o sin querer socializar, o cualquier situación antes mencionada, acude a apoyo psicológico con un especialista en adolescentes. También asistan para acompañamiento las personas a cargo del adolescente para acompañamiento. Y deja que termine su proceso terapeútico, hasta que sea dado de alta. En Transpersonal Playa estamos tus órdenes para cualquier situación en la que les podamos apoyar.


Si quieres una cita con la Psicóloga Edna Morteo puedes escribirnos haciendo click en este enlace: https://bit.ly/psicologoTranspersonalPlaya Recuerda que trabajamos con consultas presenciales en playa del carmen México y en linea a cualquier país de habla hispana

984-804-5907



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