La conducta o más bien los comportamientos prosociales, tienen que ver con todas aquellas acciones que realizan las personas para ayudarse mutuamente o esfuerzos mutuos con un objetivo en común; aunque también pueden ser por diversos objetivos de sus integrantes pero basándose en una misma organización.
Estás conductas principalmente son habilidades sociales y están muy relacionadas con el desarrollo de la sociedad. Con base a todas estas conductas o comportamientos positivos se llegan a realizar la socialización y la comunicación entre muchas otras actividades que necesitamos desempeñar a diario. Se puede definir el comportamiento prosocial como el comportamiento altruista donde las personas sin tener un interés directo o ganancia directa ayudan de manera desinteresada.
En el caso de los niños los comportamientos prosociales son aquellos que hacen de manera voluntaria, constructiva, cooperativa y buscan fomentar el bienestar.
¿Por qué es importante el comportamiento prosocial? El comportamiento prosocial se desarrolla de la mano con las habilidades de interacción social, una identidad personal sana, la autoaceptación, las relaciones amistosas o fraternas y el aprender a convivir entre pares así como la aceptación de otros seres vivos y el respeto a todos ellos.
Esto trae como consecuencia que el niño busque alguna otra forma de solucionar problemas diferente al hacerlo mediante acciones violentas o que le ocasionan problemas entre su grupo de amigos o en la escuela.
Si bien el comportamiento prosocial pareciese que es natural y que llega de forma natural en el niño o de manera espontánea; en realidad, no siempre es así y tiene un recorrido específico para llegar a desarrollarse. Muchas veces los niños necesitan un poco de ayuda para realizar este desarrollo de habilidades aunque la mayor parte de las veces ellos sólo requieren de un empujoncito.
Aquí es donde los padres son de vital importancia, pues a través de ellos es que el niño adquiere todas estas habilidades interpersonales claves.
Esto lo pueden hacer a partir de la implementación de las reglas en casa, la expresión abierta y centrada de los objetivos y expectativas del comportamiento de los niños por parte de los padres, la congruencia, el aprender elogiar y el valorar los comportamientos que sean aceptados o que busquen la adaptación social, el aprender a ser empáticos con ellos pero sobre todo aprender a escucharnos, el respetar la vida y la integridad de otros seres vivos, el alentar valores como la amistad o la cooperación, aprender a darles un lugar a las obligaciones y responsabilidades, el evitar las conductas violentas y antisociales así cómo explicar las consecuencias de las acciones violentas cada vez que se presente o presencie una, también es vital no sólo amar a nuestros hijos sino expresarlo y aprenderá cómo hacerlo para que las necesidades de amor y de afecto no sólo estén satisfechas para ellos sino también para nosotros y aprendan el valor de la familia.
En ocasiones algunas de estas habilidades como el aprender a trabajar en equipo o socializar tienen dificultades sobre todo la impulsividad o un temperamento demasiado recio. En estos casos siempre se puede pedir ayuda y esto también le va a enseñar otra parte muy importante de los comportamientos prosociales “está bien acudir en busca de apoyo”.
Para el sano desarrollo de un niño es más importante el que aprenda a aceptarse y aceptar a los demás deforma fraterna y amorosa, que ¡ aprender a buscar y señalar los defectos y errores tanto suyos como de los otros. Ya que las relaciones cercanas forman a una persona resiliente. Mientras que el centrarse en el error principalmente en los niños pequeños, lo único que hará sean adultos inseguros y con poca madurez emocional.
Por último a manera de reflexión; los padres y adultos que criamos a nuestros niños, tenemos que pensar “qué tipo de sociedad queremos construir y qué tipo de sociedad es en la cual deseamos envejecer”. Esta es la forma de poder cambiarla. A través de la crianza de nuestros niños y nosotros tenemos la posibilidad de transformar nuestra sociedad por eso tenemos que valorar si es o no, vital el aprendizaje de comportamientos prosociales para nuestros niños.
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