El experimento de la Doctora Kelly Lambert y los ratones conductores
"Un estudio fascinante sobre el condicionamiento operante en la neurociencia"
La Doctora en Psicología Kelly Lambert, renombrada neurocientífica de la Universidad de Richmond, junto con su equipo de estudiantes, realizó un experimento que ha captado la atención de muchas personas e incluso de compañías relacionadas con la industria automotriz.
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La Dra. Lambert y su equipo querían saber si, a través del condicionamiento operante, podían lograr que un grupo de ratones de laboratorio aprendiera a realizar conductas fuera de su naturaleza, en este caso, conducir un pequeño carro a control remoto. Adaptando el pequeño vehículo con cables y botones que los ratones pudieran manipular, se crearon los vehículos, para posteriormente establecer circuitos por los cuales tendrían que conducir para recibir sus recompensas, en este caso, un Froot Loop.
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Cuando comenzó el experimento, todo parecía ir bien y acorde a lo esperado. Sin embargo, llegó un punto donde todo empezó a cambiar. Los ratones ya no actuaban solo en busca de una recompensa, sino que esperaban con ansias la llegada de la hora para poder conducir. Las colas erguidas y la mayor fluidez cada vez que los ratones aceleraban los motores mostraban no solo un aumento de dopamina en sus venas, sino también que la relajación y el placer eran provocados por el hecho de conducir sus carros, no solamente por la recompensa.
Los resultados del aprendizaje se debieron más al entorno enriquecido donde habían sido criadas las ratas, pero también a la expectativa y emoción recibida al conducir sus pequeños vehículos. Esto lo podemos interpretar extrapolándolo al desarrollo humano: a mayores recursos y estimulación en nuestra infancia, poseeremos una mayor neuroplasticidad que nos permitirá no solo aprender más, sino adaptarnos mejor a nuestro medio. En segundo lugar, una actividad que disfrutamos y amamos, aunque sea difícil de aprender, hará que pongamos muchos esfuerzos por aprenderla y lo lograremos.
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Conducir producía un estado de relajación provocado por las catecolaminas liberadas. Este hallazgo abre nuevas perspectivas sobre cómo actividades placenteras pueden influir en el aprendizaje y bienestar, tanto en animales como en humanos.
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