Es de gran importancia, saber que al nacer, no solo nos heredan información genética; nuestro YO se va construyendo desde el momento en el que somos procreados, y es que desde que los padres saben sobre la llegada de un nuevo ser, depositan expectativas que al nacer se integrarán como parte de nuestra vida diaria. Aclarando que un hábito no es algo que venga de forma innata con nosotros, sino, que se va construyendo de forma replicada en el sistema familiar al que nos integramos.
Un hábito es aquel comportamiento que aprendemos, estos pueden ser beneficos o perjudiciales; a nivel cerebral buscamos practicidad, supervivenvia y certeza a la hora de realizar alguna actividad, y lo volvemos un hábito tras su repetición durante cierto tiempo, los realizamos de forma automática. Esto sucede y se forma porque vamos asociando estimulos y nuestro cerebro activa los recursos aprendidos como respuesta ante éste.
Cuando nos enseñan una actividad los padres o cuidadores nos van mostrando a como interactuar con nuestro ambiente, a nivel familiar existen hábitos alimentarios, hábitos de estudio, actividad física, de relaciones interpersonales e incluso de movimientos corporales. Y lo que es interesante aquí, es saber identificar que tan funcionales son estos en un mundo fuera de casa, éstos se van construyendo desde las necesidades, los intereses e incluso las emociones. Hace tiempo escuchaba a un pequeño de 6 años manifestar que le tenía miedo a las arañas, y lo cuidaban tanto de ello, que la madre al ser cuestionada sobre el origen del miedo; comentaba que no había interactuado con ninguna a su corta edad; sin embargo ella tuvo una mala experiencia con arañas en su niñez y posteriormente en su adolescencia que le transmitió ese miedo al niño, y él ya lo tenía aprehendido como parte de su experiencia. Este es un ejemplo de como se depositan emociones en las siguientes generaciones sin corresponderles de manera directa, asi como este ejemplo; podemos enumerar muchos más, pero lo importante es, ¿Cómo rompemos con esta cadena de hábitos heredados?. Primeramente como lo mencioné es necesario hacer conciente si son benéficos o perjudiciales, para cualquier de nuestras esferas, pues nos componemos de cuatro áreas; somos seres bio-psico-socio-espirituales.
Comencemos entonces a identificar qué, cómo y para qué realizamos ciertas conductas, y sobre todo el poder que tienen cada uno de nuestros hábitos en caso de ser nocivos; si bien, no es fácil generar un cambio, sin embargo, también lo convertimos en un hábito.
Los hábitos tienen una estructura, ésta se basa en la señal, la rutina y la recompensa que obtenemos.
La señal, a nivel cerebral es el estímulo que llega y activa la información que tenemos ante éste, y hablar de estímulos es identificar todos aquellos que entran por medio de nuestros sentidos. Por consiguiente, la rutina es la conducta que tenemos como respuesta ante dicho estímulo, llevamos a la practica nuestro hábito reservado para el momento; y finalmente obtenemos una recompensa lo cual nos da la sensación de placer a nivel cerebral de haber cumplido nuestro cometido.
¿Cómo romper con hábitos heredados?
Cuando un hábito es sano, no afecta a ninguna de nuestras esferas, éstas conductas nos generan bienestar, funcionalidad y resultados que nos vuelven efectivos. Un hábito no benéfico, sin embargo, genera malestar, sensación de insatisfacción o daño a nuestra estructura, y puede pasar desapercibido ante nuestros ojos; es importante observar los resultados para evaluar si no afecta al sí mismo o a nuestro entorno.
Cuando trabajo sobre generar transformación en mis pacientes, y algo que es muy funcional en el espacio terapéutico desde los niños hasta los adultos es lo siguiente:
1.- identificar si lo que hacemos beneficia o afecta nuestro funcionamiento
2.- tomar conciencia de dónde proviene y para qué lo aprendí
3.- reflexionar sobre que el hábito identificado, posiblemente es desde las necesidades o estado de ánimo de otros y no desde lo que yo quiero y necesito
4.- E implementar nuevos hábitos; en éste caso es muy funcional acudir a los siete hábitos de las personas altamente efectivas que menciona Stephen Covey en su libro con el mismo nombre.
Covey menciona que los hábitos que nos encaminan a ser más efectivos y que atienden nuestras esferas a la hora de interactuar son siete, proactividad, Empezar con un fin en mente, establecer primero lo primero, pensar en ganar-ganar, primero comprender y después ser comprendido, sinergizar y afilar la sierra.
· Ser proactivo o tener iniciativa, el cual nos da el poder de elegir con libertad nuestra respuesta ante el estimulo.
· Empezar con un objetivo en mente, que nos motiva a tener un sentido y motivación a la hora de ejecutar una acción
· Priorizar, éste es uno de mis favoritos porque nos permite liberarnos del autocastigo, del auto sabotaje y de la postergación, es decir, de dejar lo importante para después.
· Ganar-ganar, el cuál en el espacio terapéutico es muy funcional a la hora de comunicarnos o de actuar; pues nos permite ser más asertivos en la forma de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás.
· Comprender y ser comprendido, que al desarrollar relaciones inter o intrapersonales más asertivas nos permite ser empáticos, y aplicar valores como la honestidad, la responsabilidad afectiva y el respeto; no solo con nuestro entorno sino desde uno mismo.
· Sinergia o generar energía, el cual se trata de innovar y de crear resultados positivos y diversos.
· y finalmente la mejora continua o como Covey lo menciona, afilar la sierra; hábito que nos lleva a la atención efectiva, renovación y balance, tanto físico, mental como espiritual.
Generar un cambio no es fácil, cuando hemos crecido en un ambiente que nos ha enseñado hábitos que incluso son replicados de generación en generación, sin embargo, atender y entender que hacemos y bajo que premisa nos ayuda a transformar nuestra conducta.
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