El hábito de medir o monitorear lo tenemos muchos. Medimos nuestros gastos, el número de pasos que damos al día, nuestros conocimientos, incluso, las horas que pasamos frente de una pantalla. Medimos las cosas que nos interesa mejorar, y no debería ser distinto con la diabetes.
La diabetes, es una condición caracterizada por el incremento anormal del azúcar (glucosa) en sangre. No se cura, pero se controla. Tener la diabetes controlada quiere decir mantener valores normales del azúcar en la sangre, entre otros indicadores como pueden ser el colesterol y los triglicéridos.
Para saber si los valores de azúcar en sangre se encuentran dentro de rango debemos de medirlos utilizando un aparato electrónico medidor de glucosa llamado glucómetro. Podría decirse que medir el azúcar en sangre no es opcional cuando se vive con diabetes, ya que es imposible controlar aquello que se desconoce. Caminaríamos a ciegas sin saber qué impacto tiene el tratamiento farmacológico y dietético en la enfermedad, y por lo tanto no se pueden hacer los ajustes pertienentes.
Por otro lado, la frecuencia con la que medimos la glucosa es importante. Medirla 1 a 2 veces al mes no nos va a decir mucho sobre cómo ha estado el azúcar la mayor parte de los días. Pregunte a su médico sobre el esquema de monitoreo que necesita, es decir, que le indique entre qué rangos debe de estar su azúcar y cada cuánto debería medirla.
El monitoreo es parte fundamental del tratamiento de la diabetes para alcanzar valores adecuados de azúcar en sangre, lo cual retrasará el desarrollo de algunas complicaciones asociadas a la enfermedad como la ceguera, insuficiencia renal y el pie diabético.
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